Estar en estado de flujo sería estar encantados con lo que hacemos, muy concentrados. Una de las claves para intensificar nuestra conexión con el estado de flujo consiste en sintonizar lo que hacemos con lo que nos gusta.
El compromiso activo de la atención es una actividad de arriba abajo, es decir voluntaria, esforzada, capaz de movilizar rutinas automáticas y acallar impulsos emocionales. Así cobramos conciencia de lo que ocurre a nuestro alrededor, dirigiendo nuestra atención y cuestionando o modificando nuestras rutinas automáticas.
“Cuanto más podamos detectar los indicios sutiles de la emoción, mayor será nuestra comprensión empática”.
La empatía emocional, nos permite conectar con otras personas hasta el punto de sentir lo mismo que están sintiendo y experimentar, en nuestro cuerpo, un eco de cualquier alegría o tristeza que estén experimentando. Es una forma de sintonía que discurre a través de los circuitos cerebrales automáticos y espontáneos propios del sistema neuronal ascendente
Este tipo de empatía depende del músculo de la atención ya que para sintonizar con los sentimientos ajenos, es preciso conectar con los signos faciales y vocales y otros indicios de sus emociones.
Cuanto más distraído estamos, menor es nuestra capacidad de cultivar formas sutiles de empatía y compasión. La compasión se erige sobre ésta, que a su vez, requiere prestar atención a los demás. Si estamos absortos en nosotros o distraídos, no nos daremos cuenta de los demás y seguiremos nuestro camino, indiferentes a su sufrimiento.
La atención se fortalece a medida que se ejercita. Los ejercicios de memorización y la concentración desarrollan e músculo de la atención.
Esa es la esencia de la concentración en un punto alentada por la meditación que, contemplada a través de la lente de la neurociencia cognitiva, siempre implica un adiestramiento de la atención. La enseñanza universal de la meditación insiste en que, cuando nuestra mente divague, y nos demos cuenta de ello, la llevemos de vuelta al punto focal y la mantengamos ahí.
Hay que ejercitar al cabo del día las rutinas que, para el logro de nuestros sueños, tratamos de dominar y cuya práctica va acumulándose.
La visión positiva alienta el placer en la práctica y el aprendizaje. Según Boyatzis, “Necesitamos, para sobrevivir, del foco negativo, pero para esforzarnos, también necesitamos una visión positiva.
Las claves de la práctica inteligente son siempre las mismas, una combinación agradable, en términos ideales, de alegría, estrategia inteligente y concentración.
Las intuiciones creativas florecen mejor cuando las personas tienen objetivos claros y libertad también en el modo de alcanzarlos. Y lo que es más importante suficiente tiempo libre para pensar. No suelen presentarse como descubrimientos sorprendentes, la clave suele girar en torno a pequeños avances, pasos concretos que nos acercan a un objetivo mayor.
El eterno ahora alberga todo lo que necesitamos para vivir una vida plena.
Cuanto mayor es nuestra metaconciencia, más se debilita la mente errante.